Profundizar la protección y el rescate de las semillas
criollas para Garantizar la soberanía alimentaria
En El Salvador, al igual que en otras regiones del mundo son
las grandes corporaciones las que están decidiendo el sistema de alimentación,
basado en la siembra de semillas mejoradas y genéticamente modificadas, a pesar
de que estas han demostrado su fracaso e ineficiencia y por el contrario
producen contaminación de agua, suelo, deforestación, erosión de la
biodiversidad local e incremento del cambio climático.
Es lamentable que a pesar de los problemas ambientales y
sociales que ocasiona esta forma de producción industrial, en el país se le
sigue promoviendo con fuerte inversión de capital y donaciones gubernamentales
de paquetes agrícolas generalizados sin tomar en cuenta la particularidad
productiva de cada región, ahondando mas el deterioro ambiental y social que ha
ocasionado en muchas zonas el abandono del campo o del medio rural y la concentración de personas en
las ciudades.
Por otro lado, es preocupante el alto nivel de promoción que realizan las
corporaciones agrícolas para invisibilizar la histórica tarea realizada por
campesinas y campesinos en conservar, rescatar y mejorar constantemente las
semillas criollas o semillas agroecológicas, con las cuales históricamente se
ha alimentado a la humanidad durante los últimos 10,000 años. Estas semillas
por su origen ancestral y gran experiencia evolutiva, su capacidad de
adaptación climática, su diversidad, variabilidad genética y por su sostenibilidad
para el futuro, son de mucha importancia.
Ante dicha situación CESTA y el Movimiento de Víctimas de
Afectados y Afectadas por el Cambio Climático y Corporaciones MOVIAC consideran
que no puede haber soberanía alimentaria sin semillas criollas, por lo que su
conservación y rescate es ya una de las principales luchas campesinas. Además,
se reconoce que para poder avanzar en la conservación y preservación de las
semillas criollas y de los bienes comunes es necesario el compromiso con la
justicia social y en consecuencia la igualdad entre hombres y mujeres, así como
profundizar en el concepto de feminismos y soberanía alimentaria, de hecho la
economía feminista está aportando mucho en los cuidados de los bienes comunes
tanto en el medio rural como urbano.
Por lo tanto CESTA y el Movimiento de Víctimas de Afectados
y Afectadas por el Cambio Climático y Corporaciones MOVIAC consideran que para
poder garantizar la soberanía alimentaria de nuestro país es necesario:
Valorizar el importante papel que desempeñan pequeños
agricultores/as al conservar semillas criollas, su conocimiento y lucha por la
defensa de las semillas, las cuales son garantía de preservación de la vida y
cultura de las comunidades.
Se modifique el enfoque de las políticas gubernamentales que
apoyan el sistema alimentario de monocultivo y semillas hibridas; y por el
contrario se destinen recursos para crear y fortalecer experiencias
comunitarias de preservación y mejora de las semillas criollas.
Se promueva la investigación y se establezcan programas de
rescate y mejora de semillas criollas.
Se valoren las semillas nativas y criollas, así como los
saberes ancestrales ya que son parte de nuestro patrimonio, la identidad y la
cultura de nuestros pueblos, fomentando el derecho de conservar, reproducir e
intercambiar semillas.
Que el estado promueva en los departamentos la creación de
santuarios de conservación de semillas criollas, que resguardan el patrimonio
genético de los campesinos y campesinas.
Evitar el intento de apropiación de semillas criollas por
parte de las empresas transnacionales, con falsos argumentos de proyectos de
cooperación privados.
No puede haber soberanía alimentaria sin semillas criollas y
tierra.
Notas periodísticas
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